A la mañana siguiente, al despertar. Las heridas comenzaron a doler. El dolor era impresionante, las piedras que habian caido sobre mi espalda, las mordidas de Antú, los zarpasos de los espiritus. Todo se junto. Tal era el sufrimiento que caian lagrimas de mis ojos. Comenze a quejarme y aullar.
Por otro lado, habia dormido perfectamente, comoda y sin pasar una gota de frio. A mi lado... muy a mi lado... estaba él. Se podria decir que "tapandome", cubriendome. Se desperto y trato de calmarme.
-Miri tranquila, esta todo bien ya va a pasar, tenes que volver a tu cueva. Pero primero tenes que comer algo, ya vengo.
Salio rapidamente de la cueva, a cazar.